Mujeres que trabajan por el medio ambiente en Bogotá - 2020 a 2022
Mónica Fonnegra, una diseñadora que inspira amor por la naturaleza a través de la moda
Bogotá, 29 de noviembre de 2022. (@AmbienteBogota). De un simple residuo como un retazo, Mónica Fonnegra es capaz de elaborar toda una obra de arte para vestir. Esta diseñadora de modas está convencida de que, con su trabajo, puede darle una segunda vida a las prendas que muchos ya no usan y lograr toda una sinergia entre el estilo y la sostenibilidad.
Mónica es una bogotana de 44 años. Su propósito como diseñadora ha sido convertir todo lo que toca en oro. "Empecé primero por mí. Trabajé en convertirme a mí misma y en transformar mi ser, porque siempre he pensado que si no hay una transformación interna no puede haber una externa. Entonces quería poder transmitir lo que llevaba en mi corazón, este grito de auxilio, este llamado a que cambiemos lo que estamos haciendo", dice.
Este sentir llevó a Mónica Fonnegra a crear una marca sostenible que lleva su nombre y sello. Con esta iniciativa, que surgió hace 15 años, logró convertirse en una de las pioneras en procesos de sostenibilidad y moda en Colombia.
"Salí de la universidad y reflexioné sobre nuestra realidad: estábamos invadidos de plástico, entonces quise poner mi don al servicio del mundo. Aunque a muchos no les importaba ese tema, yo lo he tenido en mi corazón y lo tomé como propósito de vida. La ropa es el medio por el cual yo inspiro. Me mueve el amor a la naturaleza y me inspiran los animales, los seres humanos y su felicidad; ya lo traía en mi ADN", agrega Fonnegra.
Para crear sus prendas, Mónica utiliza técnicas de alta moda y realiza procesos de nanotecnología textil. Desde un principio se centró en concientizar sobre el excesivo uso del poliéster y los daños que este material puede generar al medioambiente. Así comenzó a promover el uso de fibras naturales que al final de su ciclo de vida pueden ser biodegradables.
"Utilizo una extracción molecular o microencapsulación que sea neutra con el agua y con el medioambiente. Todas mis fórmulas las desarrollé con una empresa holandesa que me apoyó en el proceso para garantizar que sean ecológicos y biodegradables", explica Mónica.
Sus creaciones son coloridas y llenas de vida. La diseñadora asegura que sus prendas inspiran alegría y están dirigidas a "gente con alma y corazón, que le guste ser auténtica y que ame la moda y al medioambiente". Como ella indica, no hay límite de edad para usar esta ropa.
Imágenes: cortesía Mónica Fonnegra
Pero esta diseñadora no ha estado sola en todo este proceso. Detrás de cada una de sus obras también están las manos creativas y comprometidas de más de 100 madres cabezas de familia o víctimas de la violencia, quienes, en su mayoría, tienen más de 50 años y han trabajado con ella desde el inicio de este proyecto. "Son mis amigas y aliadas estratégicas", comenta.
Además de remunerar económicamente su labor, Mónica ha generado alianzas con hipermercados y grandes empresas de alimentos para brindarles mejores condiciones de vida.
Una labor que trasciende
Mónica también realiza capacitaciones y dicta cursos de moda sostenible. Durante estos 15 años ha logrado generar alianzas con diversas empresas a las cuales les fabrica dotaciones con materiales reciclados. Además, con el textil sobrante confecciona ecoproductos como tulas. Así, gracias a este emprendimiento, en el transcurso de 2022 se han dejado de enviar dos toneladas de residuos al relleno sanitario Doña Juana.
Su labor la ha llevado a ser merecedora de múltiples reconocimientos nacionales e internacionales y a participar en grandes pasarelas, como la Semana de la Moda, llevada a cabo en Bogotá, Bucaramanga y la Amazonía.
"Me veo proyectada en las mejores pasarelas del mundo, pero llevando un mensaje y una conciencia de amor, respeto y equidad. Debemos lograr que todo sea circular, que de verdad estos materiales vuelvan a la tierra y generen vida", concluye la diseñadora.
"Rocío Martínez, la mujer que, junto con los 'Patrulleritos ambientales', trabaja por la protección del humedal Meandro del Say
Bogotá, 21 de octubre de 2022. (@AmbienteBogota). Incentivar el amor por el medioambiente en los más pequeños de la ciudad es lo que más le apasiona a Rocío Martínez Vásquez. Aunque esta bogotana, de 35 años, es profesional en mercadeo y publicidad, se ha destacado por ser una líder ambiental que mueve a toda una comunidad para defender el humedal Meandro del Say, ubicado en el barrio El Recodo, de la localidad Fontibón, y a todo el entorno que lo rodea.
Hace cinco años, Rocío creó un colectivo 'Patrulleritos ambientales', conformado por niños y niñas de 5 a 12 años, que viven en la localidad de Fontibón. Desde entonces, ha desarrollado diferentes actividades, como talleres de reciclaje, siembra de árboles, jornadas de limpieza y procesos de formación en diferentes temas, para promover el reconocimiento y cuidado del humedal Meandro del Say.
"En lo corrido de 2022, hemos involucrado a más de 250 niños y niñas, y siempre tenemos un grupo constante que ha venido trabajando desde hace años. En los procesos de formación hemos tenido entre 60 y 70 participantes que vienen trabajando en la defensa del humedal. Con esta estrategia no solo impactamos a los menores, sino también a sus familias", comenta Rocío.
Por medio de cada una de estas actividades que lidera, Rocío se ha encargado de potenciar las habilidades de cada 'patrullerito'. Ella comenta que eligieron este humedal como protagonista, porque notaron diferentes problemáticas derivadas de actividades económicas que comenzaron a funcionar en este ecosistema.
"Junto con nuestros 'guardianes del humedal' emos logrado frenar la ampliación de canchas de fútbol que funcionan en este lugar y actividades económicas que no deberían estar allí. Había varios tensionantes que se han logrado apaciguar.
También estamos incidiendo en el proyecto de suministro hídrico que se está trabajando con la CAR y el Acueducto de Bogotá. Hemos estado en esos espacios de socialización para saber cómo proyectar ese humedal", dice.
Recientemente este colectivo logró obtener un recurso de fortalecimiento por parte del Fondo de Desarrollo Local de Fontibón para ejecutar este Proceso de Educación Ambiental Comunitario (Proceda). Con esta suma lograron crear nuevos programas de formación y talleres de creación de cuento e ilustración. Asimismo, adquirieron equipos tecnológicos para reforzar los procesos de educación ambiental.
El humedal Meandro del Say se convirtió en un aula viva de formación para los más pequeños de la localidad. Allí ellos tienen la oportunidad de comprender las problemáticas y construir historias, con personajes y acontecimientos, que pueden convertirse en realidad y aportar a la conservación de este espacio. "Por medio de sus historias, proponen soluciones que, desde la visión de niños y niñas, permiten que el ecosistema se recupere. Así, hemos logrado apropiarnos del humedal y cambiar esa percepción errónea de que era tan solo un potrero", agrega Rocío.
Estas actividades también cuentan con el apoyo de la Secretaría de Ambiente y la CAR. Adicionalmente, el sector privado, colectivos ambientales y la comunidad han sumado esfuerzos para que estas acciones de protección tengan un mayor impacto.
"Podemos mejorar las acciones que tenemos y generar prácticas más sostenibles"
Con su programa 'Patrulleritos Ambientales', Rocío no solo ha beneficiado al humedal Meandro del Say, también ha incidido en espacios de participación ciudadana y ha sido parte activa de la Comisión Ambiental Local y la Mesa Distrital de Humedales, donde representa a la localidad de Fontibón.
Además, en septiembre de este año participó en la firma del pacto para reconocer a El Recodo como el primer ecobarrio de la localidad de Fontibón y el tercero a nivel distrital. "Hemos visto que podemos mejorar las acciones que tenemos y generar prácticas más sostenibles en este territorio. Nos eligieron al ser un barrio de periferia y estar cerca del río Bogotá", comenta.
Su preocupación por la conservación del medioambiente surgió de manera poco predecible. Rocío siempre había desconocido qué era un humedal y no solía involucrarse en reuniones de su conjunto residencial ni mucho menos de la comunidad, "pero un día, acostada en mi cama, escuché pelear tanto a la gente de afuera que dije: "puedo hacer algo, no tengo que pensar solamente en mí, sino que también puedo ser un elemento para transformar" y desde ahí vino a mi mente la idea de crear estas iniciativas", relata Rocío.
Su idea arrancó con talleres de reciclaje dirigidos a adultos, pero en el primer encuentro que organizó no asistió ni una sola persona. Pese a su desánimo, vio la oportunidad de darle un giro y trabajar con los niños y las niñas.
"Cuando empezamos a trabajar con ellos la acogida fue completamente distinta, los niños y niñas empezaron a participar en los talleres y poco a poco fuimos participando no solo en las actividades dentro del conjunto, sino también del barrio y con eso nos enteramos de que había un humedal. Empezamos a participar en las jornadas de siembra que organizaba la Secretaría de Ambiente con la comunidad y ya poco a poco nos empezamos a vincular en su defensa", añade.
La transformación ha sido tan significativa que pasó a liderar talleres pedagógicos, vivenciales y con actividades lúdicas que permiten el reconocimiento del humedal. Con esta idea, Rocío espera llegar a más familias y mostrarles que proteger estos ecosistemas es esencial para el bienestar integral de la sociedad.
"A veces nos quejamos y solo les dejamos el trabajo a las instituciones o nos desligamos de la responsabilidad que tenemos como ciudadanos, pero yo creo que también el amor a la ciudad y el territorio hace que nos volvamos ciudadanos incidentes y que tengamos una voz fuerte en diferentes escenarios de participación ciudadana", concluye.
¿Cómo participar?
Las actividades de formación del programa ¿Patrulleritos ambientales¿ son constantes. Por medio de los canales digitales oficiales los niños y niñas interesados en ser parte de esta estrategia pueden enterarse de toda la programación y vincularse sin ningún costo:
Instagram: patrulleritosambientalescol
Facebook: Patrulleritos Ambientales
"Si uno cuida un árbol, cuida una ciudad entera": Dariana Rada, el diamante morado que incentiva el amor por la naturaleza
Bogotá, agosto 31 de 2022. (@AmbienteBogota). Quienes conocen a Dariana dicen que es como un diamante: hermosa y brillante por fuera, pero fuerte e inquebrantable por dentro. Su amor por el medioambiente y la naturaleza la ha motivado a dejar una huella dondequiera que va.
Dariana, de siete años, nació en Algarrobo (Magdalena), pero desde que tenía nueve meses ha vivido en Bogotá, ya que su madre tomó la decisión de entregarla en adopción a su tío, Álvaro Javier Rada. Desde entonces, él, junto con John Sebastián Villamil, quien era su pareja, han luchado para formar a una mujer líder y brindarle amor y oportunidades a quien hoy consideran como su hija.
"Dios nos dio la fortuna de tener a Dari en nuestro hogar y, desde ese día que llegó, es parte de nuestra vida. Aunque hoy no vivimos en la misma casa con Álvaro, juntos estamos muy pendientes de ella y le enseñamos muchos valores", cuenta John Sebastián.
Actualmente, Dariana Lucía Rada cursa segundo grado de primaria en el Colegio Pablo de Tarso, de la localidad de Bosa. A su corta edad, es la autora del cuento 'Diamante morado', una historia con la que ha sensibilizado a niños, niñas, jóvenes y adultos sobre la importancia de cambiar sus hábitos para cuidar el entorno y los recursos naturales.
En este cuento, Dariana les da vida a Diamante morado, Águila y Sapito verde, los personajes que idean una estrategia para enseñar a los habitantes a recolectar de manera adecuada sus desechos y cuidar las riberas de los ríos.
La idea de escribir y contar esta historia nació de la curiosidad que la caracteriza. Cuando Dariana debía caminar alrededor del río Bogotá para ir al colegio, notaba cómo las personas arrojaban residuos alrededor que despertaban olores insoportables: "yo pasaba y notaba que olía feísimo y le preguntaba a mi abuela por qué ocurría eso. Ella me explicó que todo pasaba por la basura que se acumulaba ahí, entonces pensé que sería bueno poner contenedores para que las personas pudieran dejar ahí todos los desechos y no en la calle, y contarlo a través de mi cuento", dice Dariana.
Los personajes de esta historia también fueron creados con el apoyo de Nohralba Esther Ricardo, madre de John Sebastián y abuela de Dariana, quien día a día la motiva para estimular su creatividad y generar más ideas que impacten a toda la comunidad.
"Como familia queremos que ella siga impulsando este proyecto. Yo tengo raíces campesinas, por eso también me gusta mucho la naturaleza. Estoy trabajando para que ella tome conciencia de que sin agua no hay planeta y que debemos cuidar los nacimientos de los ríos, sembrar árboles y limpiar", añade la abuela de Dariana.
Esta historia fue postulada por la familia de Dariana como una 'superidea' para el programa 'Niñas y niños educan a los adultos', de la Secretaría de Educación. Por medio de esta estrategia, la entidad invita a estudiantes de colegios oficiales hasta los 13 años para que, mediante un cuento, expongan sus iniciativas para transformar su familia, barrio, colegio, campo o ciudad.
Al ser elegida entre 120 'superideas', Dariana ha recibido apoyo de la Administración distrital para ingresar a un proceso de formación ambiental que tendrá una duración de tres años.
Sin embargo, esto tan solo ha sido el inicio de todo un trabajo por el medioambiente. Después de escribir este cuento, Dariana, con su gran capacidad de liderazgo, ha hecho campañas de sensibilización con niños y niñas del conjunto residencial donde vive y, con el apoyo de entidades como el Jardín Botánico de Bogotá, ha participado en actividades de plantación de árboles para restaurar las zonas aledañas a su lugar de residencia.
"Al principio vinieron poquitos niños y niñas, pero cada vez el grupo se iba haciendo más y más grande. Ellos me preguntaban por qué hay que ponerle tanta atención a un solo árbol si eso es algo normal y yo les explicaba toda su importancia, porque si uno cuida un árbol, cuida una ciudad entera. Por ejemplo, una matica no simplemente da fruto, sino que da oxígeno, aire limpio, tenemos mucho con solo una mata", explica Dariana.
Dariana sabe que sensibilizar a más personas no es una tarea fácil. No todos tienen el mismo interés por el cuidado del medioambiente. No obstante, se ha propuesto la meta de llevar su historia a otros lugares, como el pueblo donde nació. También espera ser arqueóloga y seguir creando ideas que aporten a la conservación del medioambiente.
"No solo nuestros papás nos deben enseñar a cuidar el medioambiente; las niñas y los niños también podemos llevarlos por el camino correcto y decirles: 'papi, no botes esto allí'", afirma.
Por su parte, sus dos padres y su abuela seguirán luchando para que su voz, fuerte y contundente, siga llegando a más lugares e impactando a todo su entorno.
Loreta Rosselli, la mujer que trabaja por el cuidado y reconocimiento de las aves colombianas
Bogotá, julio 28 de 2022. (@AmbienteBogota). Si hay alguien que comprende a profundidad cada movimiento de las aves es Loreta Rosselli. Esta mujer, de apellido italiano, pero de nacionalidad colombiana, inició su trayectoria por la ciencia a finales de los años 70, cuando decidió estudiar Biología; desde entonces, ha dedicado su vida entera a la investigación de la avifauna y a compartir sus conocimientos con las nuevas generaciones.
Loreta descubrió su pasión por las aves cuando cursó una maestría en Ciencias, en la Universidad de Costa Rica, ya que orientó su investigación en estas especies y logró entender lo que significaba hacerse una pregunta de análisis y llevar a cabo todo el ciclo que implica el método científico. Más adelante, también realizó un doctorado en Ciencias con énfasis en Biología de la Conservación, en la Universidad Nacional.
"Cuando uno empieza a estudiar Biología, de antemano, trae un interés particular. Para mí siempre había sido el de la conservación. A medida que fui estudiando, me fui enfocando en la vegetación. Mis primeros trabajos tuvieron que ver con este campo y su muestreo, pero, al sumergirme en este tema, me pareció muy interesante la relación planta - animal y ver cómo eran interdependientes, y esto ayudaba a la conservación ecológica", dice Loreta, quien recuerda el instante que más la conectó con las aves. Estaba haciendo una pasantía en el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, en Panamá, y allí, por primera vez, tuvo en sus manos unos binóculos y una guía de campo para observar las especies de la Isla de Barro Colorado: "para mí fue una experiencia fascinante y en ese momento tuve la idea de buscar algo que uniera las dos cosas que a mí más me gustaban: las aves y las plantas", comenta.
Para ella las aves son todo. Asegura que estas especies cuentan con una cantidad de características que hacen que sean muy importantes en diferentes formas. Por ejemplo, en los ecosistemas, y en los Andes colombianos, particularmente, juegan un papel esencial como dispersoras y polinizadoras.
Según explica Loreta, Colombia cuenta con una gran diversidad de colibríes y de aves frugívoras que permiten que la vegetación se renueve todo el tiempo. Asimismo, estas especies son los mejores indicadores para conocer en qué estado se encuentra un ecosistema en términos de restauración o contaminación, ya que su presencia o ausencia denota estos cambios.
"Otro papel muy importante de las aves es que, por su belleza tanto en el plumaje como en el canto, compartimos dos sentidos con ellas: la vista y el oído. Por eso es que son tan atractivas para el turismo y elevan el valor cultural de un territorio. En el país, y en particular en Bogotá, cada vez son más las personas que se han unido a la naturaleza por medio de la observación de aves, y la comprenden y aprecian mejor", agrega Loreta.
Una de las aves con las que más se identifica es la tingua moteada, que no solo llama la atención por su pico verde biche, sino también por las manchas coloridas que adornan sus costados. No obstante, es una de las especies que se suman a la lista de aves en riesgo de extinción en nuestro país.
A propósito de esta problemática, a lo largo de casi 30 años Loreta ha venido observando a las aves de la Sabana de Bogotá y ha notado unos cambios preocupantes. Como consecuencia de la expansión de la ciudad, la pérdida de hábitat y la contaminación, especies que, incluso, no están en amenaza de extinción han disminuido sus poblaciones. Y otras, como el cucarachero de apolinar y la tingua bogotana, están bajo amenaza si no se toman las medidas correspondientes.
La fase de análisis de esta investigación ya culminó y está disponible para consulta en dos artículos de libre acceso, en la revista Frontiers in Ecology and Evolution y en la revista de Ornitología Colombiana.
"Lo más gratificante es compartir mis conocimientos y mi entusiasmo con otras personas"
Esta pasión por las aves llevó a Loreta a descubrir otra faceta que también llena su vida: la docencia. En 1994, fue invitada por la Pontificia Universidad Javeriana para dictar su primera cátedra y, aunque no fue nada fácil, se dedicó a esta labor durante los siguientes años en instituciones educativas, como la Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales (UDCA).
"En ese momento tenía a mi hijo y era un bebé, pero con el apoyo de mi mamá, quien me ayudaba a cuidarlo, pude empezar a dictar estas clases. Estaba muerta de susto y, aunque fue demandante e invertí muchísimo tiempo preparando cada sesión, me encantó. De ahí en adelante tuve la suerte de trabajar en varias universidades y dictar clases de cátedra", recuerda Loreta.
Para ella, lo más gratificante es el contacto con otros estudiantes, ver su dedicación y notar cómo se vuelven expertos en este campo. Pero, adicionalmente, Loreta afirma que le entusiasma ver cómo ha aumentado el interés por cuidar y proteger el medioambiente, incluso, en las personas que no estudian una profesión relacionada con este tema, gracias a las herramientas de participación ciudadana.
"A lo largo de esta vida, de estar con jóvenes enseñando y aprendiendo de ellos, y disfrutando mucho de la actividad de la docencia, creo que soy una persona que cada vez sabe más, pero también sabe menos, porque siempre quiero estar aprendiendo y puedo hacerlo", dice Loreta.
Esto también la ha motivado a trabajar con las comunidades y a educarlas en temas de ecoturismo. Por ejemplo, en colaboración con Parques Nacionales, Loreta colaboró en la creación de una guía de aves del Parque Nacional Natural Chingaza, que ayudó a promover el turismo en esta zona. También participó en el desarrollo de un diplomado dirigido a la población de los municipios aledaños.
Como parte del legado que ella siempre quiere dejar para la ciudadanía y las nuevas generaciones, Loreta también participó en la fundación de la Asociación Colombiana de Ornitología, que tiene el propósito de incentivar el estudio científico y la conservación de las aves de Colombia, mediante la publicación de la revista de Ornitología Colombiana.
Esta iniciativa surgió a comienzos de la década de los 2000, al ver la cantidad creciente de trabajos ornitológicos que se presentaban año tras año en los encuentros nacionales y que no eran publicados ni recibían adecuada divulgación. ¿Desde ese momento un grupo de voluntarios ha estado trabajando de forma ininterrumpida para lograr el objetivo inicial y para diversificar las actividades relacionadas con nuestra misión¿, añade.
Loreta está convencida de que todo el trabajo y las actividades que ha realizado han forjado significativamente su vida. Se considera una persona atenta, sensible a los cambios medioambientales y que siempre trata de aportar con su conocimiento a las decisiones que se puedan tomar para garantizar la sostenibilidad de nuestros ecosistemas y las especies que allí habitan. Ella asegura que: "Es urgente como país detener las tasas de deforestación tan altas a las que hemos llegado. También es importante estar informado sobre las decisiones que se tomen y acercarse a la naturaleza mediante las herramientas y actividades novedosas que hay para el aporte de la ciencia ciudadana", concluye.
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Diana Becerra, una mujer que trabaja para la protección del medioambiente de Bogotá
La Fundación HBG promueve la defensa de los Derechos Humanos y del patrimonio ambiental. Foto: cortesía.
Bogotá, mayo 31 de 2022 (@AmbienteBogota). Proteger el medioambiente es uno de los objetivos que cada vez despierta más interés y acciones en las personas. En Bogotá, son varios los movimientos que promueven estrategias para cambiar los pensamientos y hábitos de los ciudadanos, por medio de la pedagogía y el redireccionamiento de mensajes hacia la preservación de todas las formas de vida.
Diana Becerra, economista de la Universidad Nacional de Colombia, es un ejemplo de ello. Desde que tenía 15 años comenzó a interesarse en los temas ambientales de Bogotá y hoy es quien lidera la Fundación Hermandad de la Buena Gestión - HBG.
Actualmente, Diana tiene 32 años, reside en el barrio Galán, en la localidad de Puente Aranda, y junto con su esposo y hermano menor, trabaja para llegar, a través de la cultura, a los territorios de la ciudad para promover el cuidado del medioambiente.
Foto: cortesía.
Desde un comienzo, Becerra identificó como eje transversal de su trabajo el patrimonio ambiental, teniendo en cuenta que, por la dinámica de Bogotá, los retos para encaminar a niños, jóvenes y adultos hacia una vida más amable con la naturaleza eran bastante ambiciosos y, en su opinión, necesitaban de mucho trabajo con la comunidad.
"Los proyectos no pueden ir dirigidos de jóvenes a jóvenes, sino a toda la familia e integrar los grupos etarios y vincular, desde los siete años, a todos los interesados en aprender más sobre el cuidado ambiental", afirma Diana.
Kennedy, Puente Aranda, Fontibón, Suba y Teusaquillo son las localidades donde mayor presencia y activación tiene la Fundación HBG; sin embargo, también ha podido visitar otros territorios para abordar las particularidades ambientales de cada polígono e intervenir con sus puestas escénicas.
Diana aprovecha espacios como humedales, huertas y ecosistemas para hacer las presentaciones enfocadas en sensibilizar a las personas sobre temas coyunturales como el cambio climático, el reciclaje, la reutilización de recursos y la agricultura urbana.
"Todos tenemos un saber o un conocimiento para desarrollar y poner al servicio temas como el cambio climático, el manejo de residuos o agricultura urbana. En el proceso logramos sumar fuerzas con personas y líderes que conocen nuestro trabajo, decidiendo articular esfuerzos en pro de la protección del medioambiente", agrega.
Arte en Cauce es una de las aulas ambientales y artísticas con las que Diana y su fundación recorren los territorios para activar los temas ambientales y promover la apropiación. Para esto, desarrolla talleres de tejido, pintura, siembra, festivales o cine itinerante.
Al respecto, esta economista indica que: "para realizar nuestras actividades promovemos la reutilización de insumos con emprendimientos sostenibles que crean consciencia y reducen la generación de residuos en los entornos".
Aunque la Fundación HBG no se ha postulado a premios, ha logrado el reconocimiento de entidades como el PNUD o la Secretaría de Cultura, con los estímulos que entregan a artistas, lo cual ha sido útil para cofinanciar las actividades.
Diana y su familia tienen como meta que Arte en Cauce se vuelva un proceso más activo y visible en los territorios, además, hacen un llamado a la resiliencia artística para que las comunidades puedan crear sus propias dinámicas y así fortalecer la práctica en campo.
"Queremos buscar un espacio propio que nos permita contar con una aula ambiental y artística con procesos agroecológicos sostenibles, donde reunamos todos los procesos que hemos desarrollado en estos diez años", cuenta Diana Becerra.
La Secretaría de Ambiente se ha unido a las actividades en campo de la Fundación HBG con el servicio de profesionales que sirven de guías en algunos de los recorridos y festivales.
"La invitación es a reconocer y cuidar el territorio, empezando por nuestro propio cuerpo y, desde allí, apropiarnos del entorno para entender que estas relaciones están vinculadas con la crisis climática, donde debemos tener un compromiso propio para construir una sociedad ambiental más sostenible", concluye Diana.
El mundo atraviesa por un momento crucial para activarnos como personas promotoras del cuidado del medioambiente en nuestros territorios y adoptar nuevas conductas que promuevan el cuidado de todos los ecosistemas y las formas de vida.
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Una mujer que trabaja por la equidad de género y la protección del ambiente: así es Amanda Rodríguez
Bogotá, 30 de abril de 2022. (@AmbienteBogota). Cuidar el ambiente, aportar a la seguridad alimentaria y ayudar a las mujeres a empoderarse y romper con los ciclos de violencia fueron los principales objetivos que tuvo en mente Amanda Rodríguez para crear la Fundación Fungénero.
Se trata de una iniciativa que nació hace ocho años en Suba, como producto de un proceso de formación para mujeres -muchas de ellas víctimas de violencias de género- que desarrolló en ese momento la Alcaldía Local.
"Fungénero quiso y ha querido siempre liderar una causa de fortalecimiento a las mujeres, quienes somos una base muy importante para la sociedad. Aquí también tenemos una bandera que destacamos, que es el cuidado del ambiente", expresa Amanda.
En efecto, la organización acoge a las mujeres que quieran vincularse, junto con sus familias, para brindarles bienestar y una mejor calidad de vida. Para esto, realiza jornadas de educación ambiental, actividades de agricultura urbana, atención psicológica y brigadas de salud. Además, gracias a una alianza con el Banco de Alimentos de Bogotá, les ofrece comida estable y continua a las personas en situación de vulnerabilidad.
Gracias a la enorme labor de esta fundación, no solo se benefician diferentes familias de la localidad sino, en general, la ciudad. Los talleres de separación de residuos y conocimiento de los humedales, las jornadas de recuperación de espacio público y rondas hídricas y el mantenimiento, y la creación de huertas comunitarias son parte del día a día en la organización.
"Como seres humanos necesitamos un cambio para el medioambiente, y por eso, nuestra consigna es dejar una semilla para el planeta y una evidencia de que sí se puede realizar una transformación", agrega la bogotana.
Actualmente, son 150 familias completas las que se benefician de las líneas de trabajo de la Fundación Fungénero. Dentro de este número, 50 mujeres están vinculadas a Sembradoras por la ReactivAcción, una iniciativa de la Secretaría de Ambiente, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional diseñada para generar empleos verdes a través de organizaciones ambientales.
Las mujeres que están trabajando con Fungénero en esta estrategia se dedican al mantenimiento y la creación de huertas agroecológicas en la localidad de Suba, para garantizar la seguridad alimentaria y la producción sostenible.
Amanda relata que todas las mamás vinculadas a Sembradoras por la ReactivAcción son mujeres de entre 40 y 50 años que llevaban al menos dos años sin trabajar. "Esto para ellas ha sido un aliciente, son 50 empleos que contribuyen a que las personas tengan una mayor calidad de vida", explica.
El 9 de marzo de este año, Amanda Rodríguez participó en la presentación del programa Sembradoras por la ReactivAcción en compañía de la alcaldesa Claudia López. Foto: Abdel Assiz, de la Secretaría de Ambiente.
Esta mujer cuenta que su trabajo en temas género y ambiente durante los últimos años le ha dado un giro a su vida y le ha permitido empoderarse. Gracias a esto, le está enseñando a su hija de once años una forma distinta de mirar la vida.
**********************************************************************************************************************************************Alexandra Neuto, una mujer que promueve la seguridad alimentaria y el tejido social a través de huertas
Alexandra es la presidenta de la Junta de Acción Comunal del barrio. Foto: Facebook Huerta Madre Tierra - Divino Niño.
Bogotá, 28 de febrero de 2022. (@AmbienteBogota). Las huertas urbanas contribuyen al cuidado del ambiente, facilitan el acceso a alimentos frescos, fortalecen la interacción entre las comunidades y, en algunos casos, aportan a la recuperación de espacios públicos. Basada en este argumento, Alexandra Neuto comenzó hace cinco años un viaje por la agricultura sostenible denominado Colectivo Huerta Madre Tierra - Divino Niño.
Gracias al trabajo de ella y los vecinos del barrio, esta iniciativa, que está ubicada en la localidad de Ciudad Bolívar, se ha multiplicado y hoy está conformada por tres huertas: Maizal, Abundancia y La Esperanza.
"Acá tenemos maíz, arracacha, cilantro, tomate, acelga, pepino, lechuga, papa..., mejor dicho, hay más de 45 clases de alimentos. Creo que es algo muy bonito coger un tomate y comérselo con agrado y sentir el sabor natural y diferente", explica Alexandra.
Ella, quien es la presidenta de la Junta de Acción Comunal, cuenta que el interés por consolidar esta iniciativa, que surgió luego de haber hecho un diplomado en cambio climático. En ese momento empezó a reflexionar sobre los impactos de sus acciones en el ambiente y a pensar en cómo podía aportar para disminuirlos. Así se le ocurrió la idea de darle una nueva cara a su barrio, donde había algunos focos de inseguridad.
Con el apoyo de algunas entidades, Alexandra y sus vecinos comenzaron a conseguir tierra, madera, puntillas, semillas y diferentes herramientas para construir la huerta. Además, un grupo de jóvenes aportó todo su arte para embellecerla con grafitis y nuevos colores.
"Cada uno tenía su conocimiento y lo transmitía. Yo, por ejemplo, no sabía nada del tema, pero aprendí por el camino. Con esta iniciativa se empezaron a generar lazos de amistad, tejido social", expresa Neuto.
El colectivo, conformado por las tres huertas, no solo beneficia a la comunidad del barrio Divino Niño con alimentos cultivados de manera sostenible, sino con espacios de esparcimiento y educación ambiental para personas de todas las edades en torno a la agricultura urbana y el manejo adecuado de residuos.
Cada fin de semana, las familias se reúnen para recibir capacitación sobre estos temas con el apoyo de expertos. Alexandra cuenta que gracias a este trabajo de sensibilización actualmente la mayoría de sus vecinos son más conscientes de no arrojar escombros al espacio público y aprovechar los residuos orgánicos en la huerta.
Por ejemplo, ella recuerda que antes de comenzar esta iniciativa y convertirse en una persona más consciente sobre sus hábitos sacaba la basura de la casa tres veces por semana. Hoy solo lo hace una vez, únicamente con lo necesario, ya que aprovecha muchos de los residuos que genera, entre estos las cáscaras de los alimentos para hacer compostaje.
Para Ercilia Cortés, vecina del sector, esta iniciativa ha sido de gran aporte para la comunidad. "La huerta le ayuda a uno. Yo hice un encurtido de tomates, también consumo lechuga y cilantro. Básicamente esos tres alimentos son los que más me gustan", dice.
A quienes deseen tener una huerta comunitaria, Alexandra les aconseja que lleven el proceso con calma y no se desanimen porque "después de que siembres tu plantita y la veas crecer, no te vas a desenamorar, sino que la va a amar más".
Cada una de las huertas del colectivo tiene un coordinador. Foto: Facebook Huerta Madre Tierra - Divino Niño.
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Andrea Murcia, la creadora del primer hogar de paso para perros y gatos en un colegio
Andrea siempre ha sido una protectora de los animales. Foto: cortesía.
Bogotá, 31 de enero de 2022. (@AmbienteBogota). "Uno en la vida debe hacer lo que lo hace feliz, y, en mi caso, es el rescate", dice la profesora Andrea Cristina Murcia al referirse a su proyecto Amigos de cuatro patas con el que, en compañía de colegas y estudiantes, ha logrado rescatar y dar en adopción a más de 510 gatos y perros en situación de calle.
Todo comenzó hace cerca de 10 años en el colegio distrital Delia Zapata Olivella, ubicado en la localidad de Suba, donde ella se desempeña como docente de Tecnología.
Consciente de la problemática de abandono de muchos animales en la zona, un día les propuso a sus alumnos rescatar a uno, y así fue como Mickey, un perro schnauzer víctima de maltrato en la calle, llegó a su vida y se convirtió en el símbolo del hogar de paso con el que cuenta esta institución educativa.
"Mickey abrió las puertas de todo y gracias a él surgió esta iniciativa, que no hay en Colombia. Este perrito llegó a nuestras vidas muy maltratado y duró dos años recuperándose. Nos quedamos con él y hace un tiempo murió de viejito, con una despedida muy linda que le hicieron los niños. Nuestro hogar de paso se llama Mickey en honor a él, porque simboliza el amor y el trabajo que han hecho estos chicos", cuenta la profe Murcia.
El proyecto no solo consta de un hogar de paso para los animales que a diario son rescatados, sino que se ha convertido en una herramienta de educación ambiental fundamental para los estudiantes del colegio. Hoy existe una asignatura denominada Centro de interés: amigos de cuatro patas, que se dicta a niños y jóvenes de todas las edades.
La docente Murcia explica que de primero a cuarto grado la asignatura es obligatoria; de quinto a noveno se ofrece como un voluntariado; y en décimo y once forma parte del servicio social ambiental.
Lea también: Esperanza Galeano, una mujer que reverdece y con su saber contribuye al cuidado del ambiente.
En la mañana y en la tarde los estudiantes se turnan para sacar a pasear a los animales, hacer limpieza a los guacales, lavar las cobijas, organizar la comida, peinarlos, darles sus medicinas y, por supuesto, consentirlos. También hay un grupo que se encarga de gestionar los recursos para el funcionamiento del hogar de paso.
"Lo que hacemos es educar a los estudiantes en cuanto a la tenencia responsable, pero en ese proceso ellos fortalecen habilidades educativas, orales y de autoestima. Es ver cómo ese perrito o gatito que rescatan y cuidan hasta el feliz término de la adopción también transforma en ellos muchas cosas", expresa la profesora.
En el colegio Delia Zapata los estudiantes se hacen cargo del cuidado de los animales. Foto: cortesía.
El trabajo en equipo ha sido fundamental para sacar adelante el proyecto. Andrea ha contado en este camino con el apoyo de entidades públicas, colegas y familias de la institución, con quienes ha tejido una red para impulsar la adopción responsable de los animales que son rescatados.
La idea de la profesora ya traspasó las paredes del colegio Delia Zapata y, en este momento, está siendo implementada en la institución distrital Friedrich Naumann, de la localidad en Usaquén. Además, ella, los profesores que la acompañan y los estudiantes están trabajando en un proyecto para llevar los perros y gatos a los hospitales a visitar a niños con cáncer.
"Mi sueño es que cada colegio tenga un 'Amigos de cuatro patas', un hogar de paso donde se les enseñe a los niños desde los primeros años hasta once a respetar, proteger y, así, disminuir la cantidad de animales que están en situación de calle. Creo que la educación tiene el poder de transformar, sanar y cambiar realidades", agrega.
Lea también: Dora Villalobos, la protectora del humedal La Vaca.
El 26 de enero, en la celebración del Día Mundial de la Educación Ambiental, la Secretaría de Ambiente le entregó la condecoración Augusto Ángel Maya a la profesora Andrea por su vocación y compromiso en la consolidación de espacios para fortalecer la ética ambiental en Bogotá.
La condecoración Augusto Ángel Maya es entregada a las personas, entidades, empresas u organizaciones ambientales que se destacan por su contribución a la educación ambiental. Foto: Secretaría de Ambiente.
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Esperanza Galeano, una mujer que reverdece y con su saber contribuye al cuidado del ambiente
Bogotá, 30 de diciembre de 2021. (@AmbienteBogota). En un pequeño lugar del barrio Atenas, en la localidad de San Cristóbal, Esperanza Galeano abrió, junto con otras tres mujeres, un espacio para cultivar aromáticas y brindarles a sus vecinos una alternativa natural para aliviar los dolores.
"Lo mío siempre ha sido calmarles el dolor a otras personas y, además, me encanta la naturaleza. Yo creo que las aromáticas son yerbas que tienen buenos efectos en muchas cosas", cuenta ella.
La huerta contiene menta, canelón, ruda, perejil y brevo, entre otras plantas. Esta se ha convertido en un sitio ideal para la integración, el aprendizaje y el aprovechamiento comunitario en torno a la agricultura urbana.
El proyecto comenzó hace siete meses con el apoyo de sus vecinas Martha, Janeth y Adela, con quienes se rota para hacer la limpieza y el mantenimiento del espacio, rociar las plantas y realizar todas las actividades pertinentes para mantener la huerta en buen estado.
Con su iniciativa, se benefician todos los niños, jóvenes y adultos que viven en la cuadra. De hecho, algunos de los pequeños asisten esporádicamente para aprender de los saberes de Esperanza y, así, poder contribuir al cuidado del ambiente con mejores prácticas de agricultura.
Los vecinos que deseen una porción de aromáticas solo tienen que acudir a ella o, cuando no está, simplemente van a la huerta y la sacan de allí, sin dejar nada a cambio. Así funciona la iniciativa comunitaria, como dice ella: "si necesitan, ¡bien puedan!".
Esta mujer nació en Santander y se trasladó a Bogotá cuando tenía nueve años, siempre ha sentido un gusto especial por la conservación de la naturaleza y sueña con regresar algún día al campo.
Antes de vivir en el barrio Atenas, tenía una casa en Juan Rey, donde también contaba con una gran huerta comunitaria en la que no solo cultivaba aromáticas sino todo tipo de hortalizas.
Aunque tiene experiencia en estas labores, ella cuenta que gracias al programa "Mujeres que reverdecen", liderado por la Secretaría de Ambiente y el Jardín Botánico, ha logrado fortalecer sus conocimientos en la conservación de la naturaleza y ha aprendido importantes lecciones sobre la forma en que puede cultivar sus propios alimentos de manera sostenible.
Para ella, esta iniciativa se ha convertido en una oportunidad para reconectarse con su pasión por el medioambiente, intercambiar experiencias con otras mujeres y adquirir nuevos saberes.
"Estoy muy feliz con el programa. Vivo muy agradecida porque yo estaba pasando un momento duro en mi vida. Por lo menos, a mí me ha servido para salir de esa situación y poder volver a trabajar la naturaleza, que era lo que tanto anhelaba", expresa.
Uno de sus consejos para quienes quieran cultivar sus propias aromáticas es sembrar adentro de la casa el 'piecito' y luego sacarlas a la huerta con la misma tierra.
Esperanza tiene 65 años y vive con sus tres hijos. En sus ratos libres pinta, lee, cuida la huerta y, por las tardes, se dedica a las capacitaciones del programa ¿Mujeres que reverdecen¿.
¿Qué es "Mujeres que reverdecen"?
Es una iniciativa impulsada por la alcaldesa Claudia López para fortalecer las capacidades de mujeres en situación de vulnerabilidad y apoyarlas económicamente, al tiempo que se avanza en el reverdecimiento de Bogotá.
El programa tiene dos estrategias: Aprender haciendo y Sembradoras por la ReactivAcción. La primera, a la que está vinculada Esperanza, consiste en un proceso de formación teórico-práctico de seis meses en restauración y mantenimiento de ecosistemas, huertas agroecológicas, mejoramiento de coberturas vegetales y viverismo, con el que se benefician 4.000 mujeres a través de transferencias mensuales condicionadas de $560.000.
La segunda consiste en la generación de 1.070 empleos verdes, dirigidos especialmente a mujeres, a través de 20 organizaciones no gubernamentales ambientales.
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Con pinceles y acuarelas, Verónica Martínez protege la biodiversidad
Actualmente, Verónica está trabajando en un proyecto para ilustrar 180 especies. Foto: cortesía.
Bogotá, 30 de noviembre de 2021. (@AmbienteBogota). Verónica Martínez no duda del poder que tiene el arte para fomentar el cambio y promover una mejor relación de los seres humanos con la naturaleza. Acuarelas, pinceles, lápices, plumillas, tinta y mucha curiosidad han sido sus principales herramientas para generar conciencia sobre la biodiversidad de Colombia y, especialmente, la de la ciudad.
Tinguas, copetones, búhos, patos, gavilanes, águilas, libélulas y alcaravanes son parte de las más de 80 especies que esta mujer, nacida en Bogotá, ha ilustrado desde 2014, cuando empezó a adentrarse en el mágico mundo de los colores.
"Dentro de mi romanticismo consideré que el arte es un puente comunicativo de todo tipo de información, es disruptivo totalmente. Creo que el lenguaje es mucho más sencillo con arte", expresa.
A través de sus ilustraciones, Verónica busca brindar conocimiento sobre la riqueza de la fauna nacional y, así, propender por su cuidado y preservación. Por esta razón, en cada artículo que pinta escribe siempre el nombre científico y común de la especie.
Para ella, no solo se trata de 'la belleza de una pieza, sino del mensaje que trae', porque considera que 'el arte que no incluye un mensaje solo es algo que no genera ningún impacto en las personas ni tiene un valor significativo'.
Verónica ha realizado doce exhibiciones en diferentes espacios de Colombia a lo largo de estos años. La primera colección se la dedicó a las aves de Bogotá y, para ese momento, dibujó 39 especies, entre las que se encontraban cinco tinguas.
Una de las ilustraciones más especiales que ha hecho es la del gavilán maromero o Espíritu Santo, ave a la que ella llama "el guardián de la reserva", porque que cada vez que participa en jornadas de plantación con el colectivo Sembradores Van der Hammen, al que pertenece hace cuatro años, este animal siempre aparece. "Es como si nos dijera que podemos seguir. Es espectacular verlo cazar y, además, es muy bonito", dice.
También le gustan mucho los colibríes, los copetones y, en especial, las rapaces. De hecho, admira profundamente la grandeza e imponencia del águila arpía, ave nacional de Panamá y de la Fuerza Aérea colombiana.
El gavilán maromero se puede observar en humedales, zonas cercanas a los Cerros Orientales con vegetación y áreas aledañas a cuerpos de agua. Foto: cortesía
Aunque Verónica estudió Gastronomía, siempre se ha dedicado al arte y, actualmente, está formándose como docente en Educación artística. Su cercanía con el humedal La Conejera, la curiosidad por aprender acerca del comportamiento de las aves, su experiencia en la defensa del territorio en Suba y la influencia de su padre -reconocido caricaturista del periódico El Espectador-, se han convertido en la principal fuente de inspiración para el desarrollo de su obra.
"Duré 15 años viviendo al lado del humedal La Conejera. Es inevitable no sentirse abrumado con un territorio tan espectacular. Los humedales son una cosa mágica y hermosa, son úteros sagrados, fuentes de vida", expresa.
Además, cuenta con el apoyo de ornitólogos y biólogos a quienes consulta habitualmente para tener certeza sobre el conocimiento que divulga a través de sus obras.
Así, con cada pincelada, Verónica Martínez contribuye a la conservación de la biodiversidad y llena de color la vida de muchas personas.
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Dora Villalobos, la protectora del humedal La Vaca
Dora Villalobos nació en Panua (Boyacá) y llegó a Bogotá en los 90. Foto: Comunicaciones de la Secretaría de Ambiente.
Bogotá, 30 de octubre de 2021. (@AmbienteBogota). Hablar del humedal La Vaca sin mencionar a Dora Villalobos es imposible. Gran parte de la recuperación de este ecosistema, ubicado en la localidad de Kennedy, se debe a su esfuerzo y el de todas las personas que ha encontrado en el camino para llevar a cabo este proceso.
Para ella, este humedal es como un hijo: "Lo he visto salir de las entrañas de la tierra, crecer, está hermoso, cada día se hace más profesional, muestra su elegancia, el potencial que tiene y con él, sigo de la mano", dice sonriente y con orgullo. ¡Y no es para menos!, Dora conoció este lugar en los años 90 y desde entonces no se ha separado de él.
Sin embargo, su primer acercamiento con La Vaca y en general con los humedales es producto de un triste suceso. En esa época ella vivía con su esposo y sus hijos en Panua (Boyacá), un municipio que no solo se caracteriza por su riqueza ecológica, sino por las esmeraldas, hasta que por presión de grupos armados al margen de la ley tuvieron que salir desplazados para Bogotá.
En ese lugar, Dora tenía una tienda y su compañero trabajaba como aserrador, es decir, tumbaba monte para los cultivos y el ganado. "Cómo es de irónica la vida, a él lo contrataban para tumbar árboles y hoy es el mayor defensor del medioambiente, el hombre que ha sembrado más árboles en la ciudad", cuenta.
Cuando llegaron a Bogotá, empezaron a buscar un lote para construir una vivienda y, así, empezar una nueva vida. Rápidamente encontraron uno en Kennedy, pero luego de un tiempo se llevaron esta sorpresa: junto con otras familias habían sido engañados y levantaron sus casas sobre lo que era un humedal, exactamente en lo que hoy se conoce como La Vaca.
Así fue como ella escuchó por primera vez la palabra 'humedal' y todo lo que representa. En ese momento se empezó a interesar por los temas ambientales y comenzó a liderar mesas de trabajo con sus vecinos, los líderes comunales y las entidades distritales para buscar un reasentamiento integral para las familias afectadas y la recuperación del ecosistema.
Mediante el Acuerdo 035 del Concejo de Bogotá, emitido en noviembre de 1999, el ecosistema fue dividido en dos sectores independientes (norte y sur). Además, se definió que era posible recuperar cerca de ocho hectáreas.
"Nació una luz de esperanza, y todos los esfuerzos se encaminaron a recuperar esa pequeña parte", rememora Dora. Así, comenzó a trabajar con sus vecinos y las entidades públicas en el rescate, preservación y recuperación del humedal La Vaca. Uno de los primeros pasos fue retirar los escombros y residuos que habían provocado su desaparición.
Este fue el punto de partida de la Fundación Grupo Banco de Semillas, una organización que comenzó con Dora y otras 11 mujeres para realizar las actividades ambientales necesarias para devolverle la vitalidad al humedal. Entre estas se destaca el rescate de semillas de plantas propias del ecosistema, mediante la recolección de muestras de lodo en distintas zonas, y la construcción de un vivero para conservarlas.
Como parte de esta iniciativa también nació Guardianes del Agua, que tiene como objetivo promover la educación en niños, jóvenes y adultos por medio de su vinculación a actividades de voluntariado ambiental. Hoy, no solo se dedican a cuidar el humedal, sino a aprender sobre temas claves como la separación en la fuente y la transformación de residuos orgánicos en abono.
"Esto no se logra solo, esto es un colectivo. Hemos hecho este trabajo con mi esposo, que siempre está de la mano conmigo, mis hijos, nietos, las mujeres, los jóvenes y las entidades. Todos debemos entender que tenemos una gran responsabilidad con el ambiente, nuestra casa común", concluye Dora, quien sigue liderando la fundación y trabaja como intérprete en el humedal.
La Vaca es uno de los 15 humedales de Bogotá y cuenta con una extensión de 7,98 hectáreas entre el sector norte y sur. Actualmente, es uno de los ecosistemas con mayor empoderamiento de la comunidad y donde se pueden apreciar diferentes especies de flora y fauna.
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La música como bandera para el cuidado del planeta
Tatiana Samper es una de las vocalistas del grupo Colectivo Animal. Foto: cortesía.
Bogotá, 30 de septiembre de 2021. (@AmbienteBogota). 'Déjate llamar por la caracola, déjate llamar por la luz del sol' son los primeros versos de una de las canciones compuestas e interpretadas por Tatiana Samper, al ritmo de una cumbia andina, para generar conciencia sobre el amor y el cuidado del planeta.
A través de la música y la literatura, esta bogotana se ha encargado de llevar educación ambiental a los niños y sus familias, con el objetivo de encontrar formas más armónicas de vivir en la Tierra y relacionarse con los seres vivos y los recursos naturales.
"Creo profundamente en el arte como una hermosa y sagrada manera de llevar mensajes para sensibilizar a las personas y conectarnos con la vida desde un lugar más emocional y afectivo", dice con convicción Tatiana.
Junto con Camila Rivera y Daniel Roa, ella integra Colectivo Animal, un grupo dedicado a producir música y otros contenidos pedagógicos para niños, enfocados especialmente en la protección del medioambiente.
A la fecha, el colectivo creativo ha lanzado dos discos cuyos protagonistas son los animales: Un bosque encantado, en el 2011, y Un bosque encantado 2, en el 2017, que fue nominado al año siguiente a los Latin Grammy. Para Tatiana esta fue una experiencia única y una 'gran respuesta de la academia a siete años de arduo trabajo'.
Algunas de las canciones que conforman el repertorio musical de Colectivo Animal son Arañita tejedora, La risa del colibrí, Loro cantó, Amigo Grillito, La nutria sabedora, El abrazo del ciempiés, El zum zum de las abejas, La danza de los lobos y El rap del abuelo búho.
Tatiana cuenta que el grupo surgió con el propósito de entregar a los niños mensajes con valores a través de los animales como maestros. Pero ¡eso no es todo! Ella también ha dedicado una parte de su vida a trabajar como cantante solista y, en ese camino, ha grabado cerca de cinco canciones, entre las que se encuentra Hagamos las paces con la tierra, que presentó en 2019 en el marco del Foro Internacional por los Derechos de la Madre Tierra.
Además, es la autora del libro infantil Canto de la tierra, que busca conectar a sus pequeños lectores con el medioambiente.
Foto: cortesía.
Una vocación de toda la vida
Tatiana siempre sintió que tenía una conexión con las plantas y los animales, y por eso estudió Biología. Antes de entrar en el mundo de la música, era profesora de esta ciencia en un colegio, y fue allí donde precisamente se dio cuenta de que podía combinar esta pasión con el arte.
"Soy una bióloga convencida de que escogí esta carrera porque amo la vida, siento una responsabilidad profunda de cuidar nuestra casa planetaria. En el arte encontré una manera de transmitir ese amor y juntar esa belleza de la Biología", expresa.
Cuando era profesora de un colegio ubicado en la vía a La Calera, Cundinamarca, comenzó a experimentar su método de enseñanza con la música. Así, empezó a enseñarles cantos con mensajes sobre el medioambiente a los niños y a trabajar en un proyecto personal llamado Volver al origen: la vida como punto de encuentro. Luego surgió la posibilidad de juntarse con Camila y Daniel con quien conforma, en sus palabras, 'la trilogía perfecta'.
Tatiana considera que 'estamos en un momento vital para cambiar nuestra manera de habitar la tierra porque tenemos que ser guardines de la vida para las generaciones futuras'. Para ella, la canción que define este sentir es La caracola.
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La fuerza ambiental de Carolina Mora para sensibilizar sobre el cuidado del planeta
Carolina Mora es ingeniera ambiental y la creadora de la fundación Fuerza Ambiental Colombia. Foto: cortesía.
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La transformación de La Perseverancia en Ecobarrio, uno de los objetivos de Diana Ayala
Bogotá, 31 de julio de 2021. (@AmbienteBogota). Transformar el territorio donde vive en un ecobarrio en el que se garantice la sostenibilidad alimentaria y prime la conciencia de los habitantes sobre el cuidado del planeta, es uno de los sueños que tiene Diana Marcela Ayala, bogotana de 34 años que lidera varios proyectos comunitarios en su zona.
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Jasbleady Castañeda, una mujer que le pone el alma a la protección de las tinguas azules
Jasbleady Castañeda es la fundadora de 'SOS Tingua', una iniciativa de investigación y reorientación de tinguas azules en Bogotá. Foto: cortesía.
Bogotá, 29 de junio de 2021. (@AmbienteBogota).En todas las localidades de Bogotá existen mujeres que con sus ideas, liderazgo y acciones hacen aportes muy importantes a la conservación de la biodiversidad y el cuidado de los escenarios naturales. Esta es la historia de una de ellas:
Jasbleady Castañeda es una bogotana que vela por la protección y el reconocimiento de las tinguas azules. Estas coloridas aves, que aterrizan en Bogotá entre octubre y abril de cada año, representan media vida, como ella misma las describe. Son tan significativas en su existencia, que lleva a una en su piel y lidera una iniciativa de investigación y educación ambiental en su honor.
¿¡Tengo hasta tatuada una tingua! Me encantan. Son media vida para mí, y la gente lo sabe. Me gusta que se interesen por esta especie y los humedales de Bogotá¿, narra con orgullo.
Esta mujer es licenciada en Biología y desde hace ocho años viene liderando la iniciativa 'SOS Tingua', un proyecto comunitario y de ciencia ciudadana que nació para contribuir a la protección de esta especie en época migratoria y sensibilizar a las personas sobre los cuidados inmediatos que pueden brindarles -en caso de encontrarlas en riesgo- y las rutas de atención que existen para ellas en la ciudad.
A través de esta iniciativa, esta bogotana y un equipo de voluntarios brindan información a los ciudadanos acerca de las características de las tinguas azules y la forma en que pueden ayudarlas a continuar su camino migratorio. Por ejemplo, una de sus indicaciones es comunicarse con los canales de atención dispuestos por la Secretaría de Ambiente.
Entre octubre y abril, Bogotá se convierte en el hogar de paso de miles de tinguas azules que, tras sus largos viajes, llegan en busca de refugio y alimento. Iniciativas como la de Jasbleady se convierten en un apoyo fundamental para la misionalidad de la autoridad ambiental en temporada migratoria y, sobre todo, en un actor clave para el feliz tránsito de las aves.
Sin embargo, la labor de esta mujer no solo se limita a la época migratoria ni a las tinguas azules. A lo largo del año, realiza actividades de educación ambiental con niños y adultos en todas las localidades de Bogotá para contextualizarlos sobre esta especie y los humedales.
Para ella, es esencial permitir que las personas conozcan estos ecosistemas, se apropien, entiendan que son parte de su vida y sepan qué hacer si se encuentran con un ave o cualquier animal silvestre desubicado o en riesgo.
"Me considero una mujer cuidadora de humedales. El proceso que he venido realizando hace parte de mi aporte para que la gente conozca los humedales. A veces creo que las tinguas son una excusa para lograr esto, porque cuando ellas llegan a la casa de alguien, son como un mensajito para mostrarle a alguien que existen dichos ecosistemas",cuenta.
Un vínculo de toda la vida
La naturaleza y la conciencia por el cuidado del ambiente siempre han estado presentes en la vida de Jasbleady. Creció entre las localidades de Ciudad Bolívar y Tunjuelito, donde residían sus padres y abuelos. De ahí el vínculo tan importante que ha construido con el río Tunjuelo.
De hecho, rememora que allá inició su historia con los humedales y también hizo la primera liberación de una tingua azul, ave a la que conoció por casualidad: una amiga la llamó porque en el techo de su casa había una atrapada; ella recurrió a su llamado y la auxilió.
Uno de los sueños que tiene esta bogotana es llegar a más ciudadanos que repliquen el mensaje. Desde que creó la iniciativa, ha asesorado a 4.000 personas, aproximadamente, en la atención de las tinguas azules, algo que la hace sentir muy feliz.
"Es un proceso de educación ambiental maravilloso, creado a partir de una red ciudadana. Lo que más orgullosa me pone es ver el empoderamiento de la gente para hablar de esa especie", explica.
A quienes leen su historia los invita a conocer los humedales de la ciudad, apropiarse de ellos y darse la oportunidad de contemplar la belleza de las tinguas azules en época migratoria porque, dice, es el ave más colorida que llega a Bogotá.
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Viviana Saavedra y su carrera por el planeta
Viviana Saavedra es la fundadora de la iniciativa Plogging Colombia. Foto: cortesía.
- Plogging Colombia es una iniciativa que reúne a runners para hacer recoger y separar residuos.
A medida que van corriendo, los voluntarios de Plogging Colombia recogen residuos y los separan en bolsas negras o blancas, según sus características. Foto: cortesía.
¿Cómo participar en Plogging Colombia?
Doris Orozco, una mujer que cree en el poder femenino para enfrentar el cambio climático
Doris Orozco es líder comunitaria de las veredas ubicadas en la cuenca alta del río Tunjuelo. Foto: cortesía.
- En las veredas Las Margaritas, La Unión y Chisacá, de Usme, esta mujer lidera una red de monitoreo del clima y un proyecto de producción de suculentas.
- Sus objetivos son cuidar el medioambiente y ayudar a otras mujeres rurales a tener autonomía económica.
Las familias toman las mediciones del clima dos veces al día y al final del mes sacan un acumulado. Foto: cortesía.
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Lucy, una mujer que cultiva amor y buenas prácticas ambientales en San Cristóbal
Luz Esperanza es la fundadora de las iniciativas 'Luceros del amanecer' y 'Red amigos del Zuque'. Foto: cortesía.
- Si cuentan con un espacio de tierra, abran un hueco y abónenla con residuos orgánicos, cal y melaza.
- Si no tienen una zona así, ¡no se preocupen! Para esto, pueden utilizar baldes o recipientes grandes.
- Empiecen por sembrar cilantro o lechuga, que son alimentos de mayor facilidad y rapidez para brotar. El primero muestra los resultados a los 15 días, explica.
- Siembren de todo un poco.
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La mujer que le pone arte al cuidado del humedal Capellanía
Yancy Penagos nació en el Meta, pero desde los 15 años vive en Bogotá. Foto: cortesía.
- En compañía de un grupo de jóvenes, Yancy Penagos creó la Escuela Popular Artística Ambiental Zonal - EPAZ, en la localidad de Fontibón, para promover la educación ambiental a través de las expresiones culturales.
Las actividades artísticas tienen como fin promover la educación ambiental. Foto: cortesía.
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La semilla de transformación que sembró Gianna Hernández en el corazón de Teusaquillo
Gianna Hernández, cocreadora del colectivo Gente de Zona Trece. Imagen: Comunicaciones de la Sec. de Ambiente.
- El colectivo Gente de Zona Trece forma parte del programa de Voluntariado Ambiental de la Secretaría de Ambiente.
- Actualmente, hay 25 personas vinculadas al colectivo liderado por Gianna Hernández.
Benji fue adoptado por Gianna y su familia hace un año. Foto: cortesía.
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Sofía López y la quebrada Las Delicias: un lazo indestructible
Sofía López, líder y vigía ambiental de la quebrada Las Delicias. Imagen: Comunicaciones.
Camila Morentres, una bogotana comprometida con reducir la contaminación de la industria textil
En la ONG Clothe se recicla todo tipo de ropa y textiles de cama y hogar. Foto: cortesía
Cada mes, la ONG Clothe recicla tres toneladas de textiles. Foto: Comunicaciones, Secretaría de Ambiente.
Una mujer comprometida con el planeta y el bienestar de la gente
Una heroína que reduce la disposición de residuos orgánicos en el relleno sanitario
Foto: cortesía. Jéssica Rivas lidera el proyecto 'Más Compost, Menos Basura'. Por medio de este, recoge residuos orgánicos para que sean transformados en abono.
- Jéssica Rivas lidera el proyecto 'Más Compost, Menos Basura'. Por medio de este, recoge residuos orgánicos para que sean transformados en abono.
- Desde 2018, ha logrado recolectar más de 150 toneladas de restos de comida en los hogares de Bogotá.
Música hecha con residuos: un instrumento transformador para Andrea de Francisco
Bogotá, septiembre 29 de 2020. (@AmbienteBogota). Donde quizás muchas personas observan montañas de basura, Andrea de Francisco ve oportunidades para hacer música, impactar positivamente a la sociedad y generar conciencia ambiental sobre la gestión de residuos.
Residuos convertidos en arte
Vivencias memorables y sueños grandes
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Beatriz Arango: 25 años de compromiso por los espacios verdes del norte de Bogotá
Si no sabe qué hacer con los CD que ya no usa, acá le contamos
Alba Sandoval líder del programa posconsumo 'RetroCD hasta el origen'.
- Los CD/DVD o discos compactos son elementos que están hechos en un 97 % de plástico (policarbonato), su descomposición puede tardar más de 1.000 años.
- Esta iniciativa busca que los ciudadanos aprendan del programa posconsumo y protejan el medio ambiente.
- RetroCD hasta el origen fue creado por Alba Sandoval, directora de la Organización Ecológica Trébola.
Bogotá, junio 18 de 2020. Alba Sandoval es una gestora ambiental y cultural que ha trabajado por más de 11 años educando y sensibilizando a los habitantes de Bogotá, para dar un uso adecuado a los residuos especiales. Además, es la líder del programa posconsumo ¿RetroCD hasta el origen¿, iniciativa que busca incentivar la disposición y recolección adecuada de los discos compactos.
Los CD/DVD o discos compactos son elementos que están hechos en un 97 % de plástico (policarbonato), su descomposición puede tardar más de 1.000 años. También están compuestos por otros materiales, que si llegan a terminar en algún ecosistema pueden llegar a ser muy tóxicos y generar inconvenientes para la biodiversidad.
Pensando en contar con un espacio especial para el depósito de estos elementos, Alba Sandoval le dio vida a Lilo y Lola la Rockola, dos contenedores que se encuentran habitualmente en el humedal Santa María del Lago, ubicado en la localidad de Engativá, considerado como un paraíso natural entre la Avenida Boyacá y la calle 80.
Estos contenedores son utilizados de forma similar al de una rockola, sin embargo, en lugar de depositar una moneda, se ingresa un CD para escuchar una canción. De esta manera se busca no solo divertir a las personas, sino también sensibilizarlas con el medio ambiente. Además, Lilo y Lola también reciben baterías y tapas plásticas.
Lilo y Lola la Rockola han sido exhibidos en centros comerciales, la Feria del Libro, en el Jardín Botánico y en otros lugares de la ciudad. A donde llegan llaman la atención por su decoración y repertorio musical, además, porque enseñan a la ciudadanía sobre el programa posconsumo de los discos compactos.
El programa posconsumo RetroCD hasta el origen ha permitido, a través del reciclaje y la educación ambiental, que las comunidades conozcan y se sensibilicen frente a la importancia de un adecuado uso, disposición y cierre de ciclo de estos elementos. La estrategia busca evitar que estos residuos terminen en las fuentes hídricas o en algún ecosistema de la ciudad.
Lola la Rockola han reunido 8.112 kg de CD/DVD. El reto es completar 20 toneladas de estos elementos, para que puedan pasar a un proceso de transformación.
Por su parte las pilas son entregadas al programa Pilas con el ambiente, del grupo Retorna y las tapas a la Fundación Sanar.
La Secretaría de Ambiente apoya esta iniciativa a través de campañas de educación ambiental por las diferentes localidades de Bogotá.
"Gracias a la entidad, Lilo y Lola la Rockola tienen un espacio en el humedal Santa María del Lago. Miles de personas la pueden conocer, observar e interactuar con estas herramientas que buscan generar consciencia entre la comunidad", expresó Alba Sandoval.
Lilo y Lola la Rokola han sido exhibidos en centros comerciales, la Feria del Libro, en el Jardín Botánico y en otros lugares de Bogotá.
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Tina, la mujer que vela por el cuidado y conservación del humedal Tibanica
Humedal Tibanica ubicado en la localidad de Bosa.
Reciclaje desde la fuente, una necesidad que nos compete a todos
Iniciativas ciudadanas para reciclar y mejorar el ambiente desde casa
Andrea habla con la comunidad en la localidad de Fontibón. Foto: Grupo Bazero.
- Andrea Castro recorre las calles de los diferentes barrios de la localidad de Fontibón para enseñar cómo cuidar el ambiente desde casa.
Foto: Grupo Bazero Fontibón.
Andrea planta un árbol. Foto: Grupo Bazero Fontibón.
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